Con el permiso de mi querido amigo José M. Bartolomé publico hoy un cuento suyo, lo que considero todo un honor.
¿Por qué lo publico? Sencillamente porque es precioso y me parece una de las mejores cosas que ha escrito José junto con El Hombre más fuerte del mundo, aunque con formas absolutamente diferentes. El autor no es hombre de sensiblerías ni moñadas, pero eso no significa que su forma de escribir acerca de sentimientos no conmueva y, aún siendo una historia conscientemente primitiva, resulta muy emocionante. Posiblemente resulte tan emocionante por eso, por lo básica, por lo esencial; porque no se pierde en lo superfluo, en lo anecdótico; porque va a lo que realmente importa. Al leer esta historia, es posible que alguna lágrima se escape porque nos habla del amor, del de verdad, en estado puro, sin disfraces ni subterfugios que distraigan de su fuerza, sin romanticismos ñoños tan de moda y que encubren y velan el sentir profundo e intenso que sí se respira en toda esta obra. Y habla de muchos tipos de amor: a los amigos, a los hijos y, sobre todo, a la pareja elegida para compartir la vida. Habla de dignidad, de fuerza, de valor. Es una historia completa, redonda. Una historia, como ya decía, preciosa. Sencillamente, preciosa. Espero que la disfrutéis tanto como yo.
Gracias, José, por haberla escrito y por ser tan generoso y dejarme que la comparta en mi espacio.