No sabía que hacer. ¿Se atrevería a lo que le proponía? Sacó un papel de liar y lo estiró cuidadosamente. ¿Con una desconocida? Bueno, no tan desconocida aunque nunca se hubieran visto. Llevaban una semana carteándose, contándose cómo eran, qué les movía, aunque no lo que hacían, siete días hablando de ellos mismos, de sus deseos, de sus pasiones, de sus fracasos. Esparció el tabaco sobre el papel colocándolo cuidadosamente en el centro y estirándolo hasta ocupar toda su longitud y en la punta situó un filtro fino. Conocía su pasado, pero no sabía dónde vivía; sabía qué libros leía, qué música escuchaba, pero no la marca de su coche; hubiera podido elegir por ella la cena y el vino, pero no sabía donde comía a diario. Podía intuir su tristeza, su alegría, sus reacciones, pero no en qué trabajaba. Envolvió con esmero tabaco y filtro, lamiendo el borde del papel y doblándolo sobre sí mismo para que se pegase. Y aunque había visto alguna foto, sabía que su forma de andar, su mirada, su aroma, su voz, podrían pasarle desapercibidas en la Plaza Mayor. Pero, sobre todo… desde hacía una semana le seducía con cada letra, le atrapaba con cada palabra, le arrastraba con cada carta. Sus dedos, chatos, firmes, resistentes, estiraron el cigarrillo recién liado hasta dejarlo perfecto. Volvió a leer su último correo. Y a escuchar la canción.
Hola tipo duro.
¿Has pensado en mi propuesta? Me sorprende que no me hayas mencionado nada en tu último correo. Igual no me expliqué bien, quizá lo dejé todo un poco en el aire. Pero sigo pensando en una aventura diferente. Seré más explícita hoy.
Te hablaba de silencio. Un silencio excitante. Piensa en él ocupando el espacio y el tiempo que compartamos. Un encuentro sin palabras hasta descubrir a qué sabe el éxtasis entre nosotros. ¿Podrías desnudarme callado? ¿Te dejarías desnudar envuelto en el mismo silencio? Sería un silencio poblado de miradas, abrazos, caricias, besos. Silencio para potenciar el placer. Sólo valdrán gemidos, ni una sola palabra.
Sólo la música podrá convivir con nuestros silencios y nuestros gemidos. Sé que esta música que te mando no es de la que suele gustarte, pero aún así respira hondo, cierra los ojos, déjate llevar… y escúchala. No pienses, abandónate e imagina mi aliento en el hueco de tu cuello sobre el que unos labios que no besan te dejan sentir humedad mientras respiran sobre él al ritmo de la música.
I don’t know how to begin... Cierra los ojos. Imagina como me diluyo en ti colándome por tus poros al ritmo de la voz rasgada de Norah. La cadencia del soul puede ser irresistible. Cause the story has been told before... Puede que sientas la tentación de creer que será algo que ya has vivido, que todo lo que te cuento ya lo has oído antes, pero… ¿te dejarías arrastrar por mí a espacios que crees haber recorrido? I will sing along I suppose... Tendrás que tener cuidado: igual marca un camino de no retorno, igual no te sale gratis, igual me hago con tu espacio. O igual no. I guess it's just how it goes.
Olvida lo que crees que sabes: para la noche que te propongo no sirve. Sigue tu instinto, persigue el mío. Imagina que no hay nada más allá del fuego que ilumina el aire que oculta el tiempo.
¿Te atreverás ahora que sabes lo que te propongo?
¿Cómo no morirse de ganas de estar con aquella mujer? Pero le daba vértigo aquella extraña proposición para un primer encuentro y, sobre todo, no quería que pareciera que ofrecía lo que no pensaba dar. Porque sabía que nunca se enamoraría de ella. Y ella, con que fuera la milésima parte de buena de lo que parecía, merecía que la quisieran. Claro que una mujer que propone una primera cita tan fuera de lo común, quizá tampoco espera amor en el sentido clásico, tal vez ni siquiera espera amor. Dio otro sorbo a la cerveza que tenía junto al portátil y encendió el cigarrillo que acababa de liar. ¡Qué coño! No tenía ni idea de lo que podía querer aquella mujer. Y aún así, le volvía loco. Miró la pantalla y, pinchando en “responder”, escribió:
Vale. ¿Cuándo y dónde?
Qué buena pinta. Sigo adelante, a ver qué pasa.
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