Un espacio abierto



Un lugar por el que pasar y, tal vez, quedarse.

lunes, 25 de mayo de 2015

Manos



Miro mis manos y no parece que haya nada especial en ellas. Venas azules y tendones marcados en la parte posterior y todas las rayas, las de la vida, las del amor y las la muerte, en la anterior. Dedos ni cortos, ni largos; ni finos, ni gruesos. Con uñas también de tamaño medio, casi siempre sin pintar. Dos sortijas: una con un rubí marcado en su interior que habla de mí, y otra con un pequeño diamante que no habla de nadie. 

Hay tres marcas que convierten estas manos en únicas: una cicatriz de infancia en el dedo corazón izquierdo que lo deformó para siempre; un trozo de grafito clavado en el anular izquierdo desde hace 25 años -pronto hará 26- y que jamás extirparé, salvo que algún día suponga un problema grave de salud, y la marca curada y perenne de la infección por un parásito en la parte superior de la mano derecha. No tengo buena encarnadura: las cicatrices nunca desaparecen del todo.

Parecen manos como tantas, pero no, éstas son mías. Son manos que han acariciado cuerpos curtidos y recién nacidos, que se abrieron a todo tipo de amores. Manos que igual que curan pupas, se derrumban ante la fatalidad. Frágiles dorsos, puertas al corazón; encallecidas palmas, a fuerza de parar golpes. Son las que acunaron noches eternas, palparon un cuerpecito menudo protegiéndolo de nada; las que enjugaron lágrimas infantiles y ayudaron a cruzar la calle. Las que acarician la cara triste de la abuela y toman sus manos cuando tiemblan para calmarlas. Manos suaves que agarran sin apretar y aún tiemblan ante lo desconocido. 

Manos que abarcan el mundo, que callan más de lo que cuentan.

jueves, 21 de mayo de 2015

Un sueño cumplido


Cuando hace años -muchos años- empecé a escribir, el pensar en publicar era algo impensable, un sueño. Y sin saber cómo, apareció Internet, y dentro de la red, el mundo de los blogs, en el que llevo también mucho tiempo, y con ellos, empezaba a hacerse realidad lo de publicar. Aún así, para cualquier escritor,  no hay nada como el papel. Y mientras seguía escribiendo y publicando en blogs, lo de publicar seguía pareciéndome un sueño. 

Sin embargo, gracias a la ayuda y apoyo de amigos muy queridos, que han creído en mí y han conseguido que me sacuda mi pereza natural, el sueño se ha convertido en realidad y éste es el resultado. 

Gracias a todos. 

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lunes, 4 de mayo de 2015

Curro





Las seis y media de la mañana y la niebla no le deja verse ni los pies. Juan tiene que estar a punto de llegar. 

Vaya un curro de mierda, piensa el Juanca, mientras tirita. Porque no tiene otra cosa que si no, iba a estar ahí, en medio de calle, pelado de frío. Con lo bien que le iba antes, hostias. Menudo chollazo, su primer curro. Pero a los tres años le pusieron en la calle: con la crisis no iban a hacerle fijo. La puta crisis. Cuando empezó a currar acababa de cumplir los 18 y ganaba tanta pasta que en un par de meses se sacó el carné y se compró un coche: un León, tuneado y todo. Qué pasada, lo que corre ese bicho. La putada es que ya no puede sacarlo más que los fines de semana porque chupa a lo bestia, así que se acabó lo de ir a currar en su coche. Menos mal que entre Juan, que pone el coche, y Nelson, Bogdan y él, que pagan la gasolina, se apañan. Porque con los 700 pavos que gana no hay forma. Iría en bus, pero no hay. La jodida obra está en medio de la nada.